Mónaco se descubre a lo largo de su litoral, entre paseos para disfrutar de su belleza y descansos relajantes frente a una copa o una buena comida. Del puerto de Fontvieille a Larvotto pasando por Port Hercule, el mar Mediterráneo está a sus pies.
Una estancia con los pies en el agua
Para vivir una escapada como se merece y disfrutar de una tranquilidad excepcional, póngase cómodo junto a la piscina o en la orilla de la playa... La quietud le aguarda e incluso posee el don de la ubicuidad. Está presente en el Métropole de Montecarlo, en un entorno imaginado y concebido por Karl Lagerfeld.
Situado en un oasis de vegetación en el corazón de la ciudad, el espacio Odyssey acoge a los privilegiados con un jardín y un restaurante "lounge" de sabor mediterráneo, alrededor de una piscina de agua de mar climatizada.
La tranquilidad se encuentra también en el Méridien Beach Plaza, con su playa privada y sus dos piscinas climatizadas y exteriores, su bar balinés tradicional con techo de paja natural y cócteles de frutas tropicales: el Alang Bar. Con actividades deportivas en el embarcadero privado, el mar está directamente a sus pies para una escapada perfecta. En un ambiente típico del Mediterráneo, el descanso cobra todo el sentido... Una sensación que se vuelve a vivir a pocos pasos, en el Montecarlo Bay
Hotel & Resort, donde le envolverá un ambiente intimista y exótico en las cuatro hectáreas de jardín, donde se mezclan cascadas, solariums, piscina y laguna turquesa, y donde es un placer caminar, sintiendo la arena bajo los pies. Para disfrutar de un cóctel en el agua en este singular universo vegetal, acérquese al Hippocampe, lugar de descanso por excelencia. Y si desea prolongar los momentos de tranquilidad, viva el momento en el Cocoon Bay. Evasión garantizada en un entorno idílico.
Pour los viajeros que deseen ir a lo más alto, el Fairmont de Montecarlo esconde sus más bellos secretos en la terraza, donde se esconde una piscina climatizada durante todo el año, en el ambiente del Nikki Beach, frente a la Riviera. Entre el circuito de Fórmula 1 por un lado y el Mediterráneo por el otro, sin olvidar el Casino de Montecarlo que se erige orgulloso a pocos metros, le resultará difícil volver a tierra... Y si hablamos de secretos, Novotel de Montecarlo los guarda celosamente. Con sus terrazas y sus jardines inspirados en las Rivieras del mundo, los espacios al aire libre, invisibles
desde el exterior, invita al viaje alrededor de sus piscina. Con zumos "detox" y otras delicias, el Azzurra Kitchen Bar satisface a los paladares más exquisitos con sabores meridionales. El bienestar está en todas partes, en el corazón de Mónaco, y a unos minutos al pie de la estación. Inunda también el Montecarlo Beach. Aquí el visitante pierde la noción del tiempo en una villa que descansa sobre el mar. Con piscina olímpica, de agua de mar, climatizada a 27°C a orillas del Mediterráneo, la elegancia y la serenidad se imponen. Es el momento de disfrutar de una pausa relajada en la terraza del Deck, con su carta de temporada, sabrosa e intensa.
La playa de Larvotto
Para instantes de relax en el Principado, la playa de Larvotto, recién renovada, da la bienvenida a grandes y pequeños con su paseo al abrigo del sol. Este complejo balneario permite a residentes y turistas disfrutar del mar y darse un baño de frescor bajo el cielo azul. Los amateurs de la buena vida tendrán que elegir entre cuatro playas privadas: La
Rose des Vents, Neptune, La Note Bleue o Miami, o podrán tomarse un helado a la sombra de los pinos en el Mullot
Terrazas al borde del agua
Pasar un buen rato en una terraza y compartir esos momentos con los seres queridos es sinónimo de un día perfecto. El Principado derrocha lugares llenos de serenidad, donde la relajación y la satisfacción son las palabras maestras. Numerosos oasis de paz donde es posible descansar, como en sus dos paseos marítimos, donde es un placer disfrutar de la vida local, empezando por Port Hercule.
Situado en la prolongación del Yacht Club de Mónaco, a unos pasos del punto más rápido del circuito de Fórmula 1, el restaurante de la Sociedad Náutica propone, por ejemplo, un momento de descanso con los pies en el agua, murmullo del mar incluido. Siguiendo el paseo por los grandes yates amarrados en el Quai des Etats-Unis, hasta llegar a las pequeñas embarcaciones frente a la Ruta de la Pisicina, la Brasserie de
Mónaco le invita a probar su cerveza hecha al momento en un ambiente relajado. En la orilla, el murmullo de los restaurantes se confunde con el de los mástiles de los veleros al viento en un cóctel sonoro tan delicioso como el que descansa en su mesa. Siguiendo junto al mar, el Quai Antoine-Ier, frente al promontorio del Casino de
Montecarlo, el Stars’n’bars maneja también el arte de la mesa respetando el medio ambiente.
Ecléctico por naturaleza, el Principado posee dos puertos en su territorio, cada uno con sus particularidades. El Puerto de Fontvieille invita a pasear a los pies de La Roca, donde las barcas de pescadores navegan junto a veleros y motoras de última generación. El ambiente es distinto, más intimista, con un encanto siempre presente. Con el canto de los gaviones de fondo, las gaviotas del lugar, deambulando entre en centro de Mónaco y el Quai
Jean-Charles Rey, bajo la atenta mirada del Oceanográfico y la catedral, el viajero busca instintivamente ocupar un lugar desde el que disfrutar el espectáculo que se despliega ante él. Las posibilidades son infinitas: desde La Salière, toda una institución italiana, hasta el bar de vinos de ambiente distendido Le Rouge et le Blanc. Los amantes de los pubs británicos pueden acercarse al Ship &
Castle, que acaba de ser remodelado, y los más curiosos podrán descubrir las otras de excepción cultivadas en el Principado: las Perlas de Montecarlo. Situado al borde del dique, bajo el sol, la experiencia bien merece el paseo.
©BVergély